Hace unos meses me contactaron dos chicas catalanas; Berta y Laia, que estaban a punto de empezar Segundo de Bachillerato. El próximo mes de febrero, me decían, deberán entregar el Trabajo de investigación, un proyecto en el que el alumnado debe investigar y sacar conclusiones sobre un tema que elija. Me encantó la iniciativa que mostraron y la chispa que desprendían sus emails.
Me contaban que en su trabajo, que titularían Leer para abrir los ojos, pretendían demostrar que mediante la lectura los niños y niñas pueden desarrollar su espíritu crítico con los valores filosóficos básicos para crecer como personas e integrantes de una sociedad. Y me pedían responder a una entrevista, que me ha parecido interesante compartir aquí.
Me contaban que en su trabajo, que titularían Leer para abrir los ojos, pretendían demostrar que mediante la lectura los niños y niñas pueden desarrollar su espíritu crítico con los valores filosóficos básicos para crecer como personas e integrantes de una sociedad. Y me pedían responder a una entrevista, que me ha parecido interesante compartir aquí.
¿Qué fue lo que hizo que te plantearas llevar a cabo este proyecto?
Mi motivación fue principalmente tratar, modestamente, de responder a una gran carencia del sistema educativo (hablo siempre en general, ya que hay alguna que otra excepción): dar voz a los niños y niñas y convertir en hábito el pararse a pensar (y que piensen tanto los niños como los docentes) como actividad de juego, de aprendizaje y de investigación compartida. Aunque es un proyecto a muy pequeña escala, en una sola escuela, siguiendo la trayectoria de una sola clase, a la edad de tres, cuatro y cinco años, quise ampliar el posible eco haciendo un blog del que pudieran beneficiarse otras personas interesadas en fines parecidos.
La edad de los niños y mi interés previo por la literatura infantil (ya tenía el blog Filosofía de cuento -con reseñas de álbumes centradas en su potencial para el diálogo filosófico-), me llevo a plantearlo principalmente a partir de álbumes ilustrados. Esto también facilitó el que entrara en el colegio bajo una categoría de proyecto reconocible: animación a la lectura.
¿Qué te inspiró para idear este método? (familiares, amigos, autores, filósofos)
Mi proyecto de Filosofía a la de tres (en infantil), así como el de Filosofía de cuento (primaria) aúna mis dos grandes intereses o pasiones: la filosofía y la literatura infantil. Desde la carrera me había volcado en paralelo en dos vías de trabajo: por un lado, trabajé en formular ideas para introducir las grandes cuestiones filosóficas a los niños y, por otro, en la literatura infantil, tanto como escritora, como traductora y, sobre todo, como lectora -y muchas veces como lectora de lecturas compartidas, con niños en escuelas o en contextos educativos no formales.
Filosofía de cuento nació primero como un blog y fue el resultado de probar a usar álbumes ilustrados como estímulo para el diálogo filosófico y comprobar lo bien que funcionaban como estímulo: enganchaban de una forma muy interesante y válgase la redundancia- muy estimulante-. En ese blog quise exponer algunos de los temas filosóficos sobre los que podían dar pie a dialogar determinados álbumes ilustrados: una especie de herramienta para profesores interesados en usarlos con sus alumnos.
Más adelante, tuve la oportunidad de presentar un proyecto en el colegio público de mi hijo. Presenté el proyecto específicamente para infantil, en tres años, y lo desarrollé en una primera instancia con una misma clase durante los tres años de infantil. Nunca había trabajado con niños de esas edades por lo que para mí fue un proceso de aprendizaje muy interesante. ¿Qué libros funcionan y cuáles no? ¿Cómo se hacen las preguntas de forma que los niños de cada una de esas edades (3, 4 y 5 años) se enganchen y se hagan, desde su experiencia y desde su imaginación, preguntas interesantes sobre el mundo y sobre sí mismos en el mundo?
Aunque conocía bien otros proyectos y programas de Filosofía para niños -especialmente Matthew Lipman, el pionero en este campo, y de Óscar Brenifier en Francia-, no conocía de cerca el trabajo de nadie que trabajara exclusivamente a partir de álbumes, hasta que me topé con el trabajo de Thomas Wartenberg en Mount Holyoke College. Me puse en contacto con él y colaboramos e intercambiamos mucho y muy fructíferamente.
En tu blog expones los objetivos principales de Filosofia a la de tres. ¿Consideras que los has logrado?
Los tres objetivos que planteaba al inicio del proyecto eran iniciar en los niñas y niñas el hábito del diálogo, desarrollar en ellos el hábito de pararse a pensar e iniciar a los niños y niñas en explicar por qué piensan las cosas.
A lo largo del proyecto, que duró todo el ciclo de infantil, efectivamente fueron desarrollando paulatinamente -aunque no necesariamente de forma lineal- estas destrezas y hábitos. Al principio fue difícil que entendieran que debían expresar sus propias ideas y no tratar de adivinar lo que yo como adulta, profesora, quería oír o quería como respuesta. Al principio intentaban dar con la respuesta correcta, agradar. Pero poco a poco fueron entendiendo que no había una respuesta correcta, sino que varias respuestas diferentes podían ser correctas y que era interesante ver cuáles de ellas eran las respuestas más interesantes. Igualmente, la escucha es algo que hay que trabajar mucho (¡también con adultos!) ya que la tendencia es con frecuencia querer decir tú lo que quieres decir sin escuchar lo que dice el otro, con lo cual se convierte en una sucesión de monólogos en lugar de un diálogo. Tardamos, pero hacia el final, fue notable cómo empezaron a comentar más sobre lo que había dicho el anterior y a expresar acuerdo o desacuerdo de forma respetuosa y constructiva. Esto es un proceso de aprendizaje continuo, pero el progreso desde luego fue palpable.
El segundo objetivo explícito que me fijé era desarrollar el hábito de pararse a pensar. Recuerdo muy bien durante el primer año del proyecto, cuando los niños y niñas tenían tres años, entré en la clase una mañana y lo primero que me preguntaron fue: "Ellen, ¿en qué vamos a pensar hoy?" y pensé que como objetivo para el año, me podía dar por satisfecha.
La pregunta de esa niña que me lo preguntó implica una serie de ideas sobre el acto de pensar: implica que es una actividad. Implica, en la emoción del tono, que es algo divertido y juguetón. Algo activo, divertido, apetecible.
El tercer objetivo era iniciarles en la explicación de por qué piensan lo que piensan (justificar sus opiniones, distinguir una buena razón de una razón pobre. Una de las primeras cosas que tuvieron muy claro es que en filosofía "porque sí" o "porque no" no sirven como explicación. También fueron entendiendo que una buena explicación no puede repetir lo que se trata de explicar. "El coche es rojo porque el coche es rojo". Hay que decir algo nuevo en la segunda parte de la frase. Así, poco a poco, fuimos practicando dar buenas razones y también fue palpable la mejora en la calidad de las razones.
¿Qué ventajas tiene trabajar con álbumes ilustrados?
Los buenos álbumes -no cualquier álbum- tienen la ventaja de enganchar. Un buen cuento engancha. Puede enganchar por la trama, puede enganchar porque cuente algo con lo que nos identifiquemos o contra lo que nos identifiquemos, puede enganchar por el deseo -queremos estar ahí- o por el rechazo -no querríamos estar ahí por nada del mundo. ¿La clave? Un buen cuento nos hace reaccionar. Y en esa reacción -muchas veces emocional- está la semilla del estímulo para dialogar. Cuando algo te toca, quieres, necesitas hablar sobre ello y compartir lo que piensas. La reacción nos activa y para emprender un diálogo rico, una indagación rica, es esencial provocar esa activación.
La ventaja concreta de los álbumes (buenos) es que son cortos pero intensos y ricos en matices. El aspecto visual de los álbumes también es esencial -especialmente entre niños prelectores. Escuchan el cuento cuando se lo contamos pero también leen las imágenes, y esa lectura es una lectura activa, no solo en el sentido reactivo. En la lectura de las imágenes tú decides que parte mirar primero, en qué fijarte después y qué pensar sobre cada cosa. Si ponen de su parte (literalmente), si ellos independientemente empiezan a tratar de interpretar, ya están enganchados. Y sin enganche, no hay aprendizaje significativo.
Insisto en la calidad de los álbumes y en la necesidad de evitar un tipo de álbum -literariamente sin ningún interés- muy usado en la escuela que podríamos denominar el "álbum-transmite-valores". Estos álbumes, en lugar de activar al niño, lo desactivan inmediatamente. "Ah, este libro es uno de esos libros que te meten una lección" se dicen a sí mismos, y se apagan. Y ya has echado por la borda todo el trabajo realizado. Volvemos a que la atención de los niños se centre en tratar de adivinar la respuesta correcta que quiere el adulto. Si intuyen que hay un valor correcto que se le quiere transmitir, cualquier diálogo será un falso diálogo y lo que estaremos haciendo será una farsa.
Nos hemos fijado en que los animales salen mucho en tus sesiones. ¿Hay algún motivo?
En general, no sé si os habréis fijado en que en la literatura infantil hay muchos personajes animales. Realmente no hay mayor motivo que ese. Pero citaré a uno de mis autores preferidos (en general pero también para estimular el diálogo filosófico). Arnold Lobel decía que él escribía sobre animales para no tener que hablar sobre un niño o niña de ningún tipo en concreto. "Si escribes sobre niños, tienen que ser de algún tipo, venir de algún sitio, ser pobres o ricos, o de clase media. Usando animales, alejándolo de todo el mundo, de todas las cosas, en realidad lo acercas a todo el mundo y a todas las cosas. Llega a un público más amplio. Otra razón por la que uso animales es porque a los animales se les puede dar la libertad de los adultos y al mismo tiempo hacer que mantengan las actitudes de niños. Creo que los niños se sienten muy constreñidos en sus vidas. Están rodeados de límites. La vida es una prisión en realidad, para la mayoría de los niños. Y con razón, supongo, pero eso no quiere decir que no lo sientan y que no sientan una liberación cuando leen las historias de Sapo y Sepo que no tienen padres pero que en realidad son niños."
Hemos visto que la finalidad del blog es la comunicación con las familias para que el proyecto siga también en casa. ¿Qué importancia tiene la implicación de las familias en tu proyecto?
No pido que las familias se impliquen porque pedir a las familias algo en concreto no me parece muy fructífero -todos estamos desbordados de trabajo y con muy poco tiempo y no me siento quién para pedir nada, pero lo que sí hago es ofrecer esa oportunidad. Por una parte, creo que los padres y madres se sienten en general bastante distanciados de lo que sus hijos hacen en la escuela -especialmente a esas edades donde algunos aún no cuentan gran cosa acerca de lo que hacen en el cole-. Por otra parte, me parece interesante que los niños y niñas perciban que lo que se hace en la escuela no es algo aislado en una burbuja sin continuidad en el mundo exterior. El caso es que, precisamente por el enganche al que me refería antes, muchos de los niños iban a casa y lo comentaban con sus padres. "¿Y tú qué piensas, Papá?" Entonces, con naturalidad, el proyecto sigue también en casa. El blog está para que ese diálogo sea más rico y que los padres, que no estuvieron presentes, sepan qué dijimos y cómo lo planteamos si les apetece leer más sobre ello.
¿En general, los docentes con los que te encuentras se posicionan a favor o ponen pegas en el desarrollo de tu proyecto?
En general, en infantil encuentro menos pegas porque hay menos carga curricular y los profesores se sienten menos cargados con contenidos. Sienten una mayor flexibilidad y se pueden permitir una mayor curiosidad, o así lo sienten. En primaria muchos docentes empiezan a sentirse colapsados con los contenidos y por eso llevar a cabo este tipo de proyecto con algún nivel de continuidad y regularidad requiere un tipo de compromiso y de interés que va mucho más allá de la mera curiosidad. Hay veces que percibo reticencias, principalmente por dudas en cuanto a cómo exactamente funcionan las sesiones. Pero por lo general, cuando los docentes ven una sesión en marcha se relajan, entienden y, si se animan, participan y a veces incorporan dinámicas en sus propias clases.
¿Qué piensas del enfoque que el sistema educativo actual da a la lectura?
Pienso que la lectura se plantea como obligación o como medio para un fin y nunca como una fuente de disfrute en sí.
Por un lado el sistema se centra en la lectoescritura desde el punto de vista mecánico, con muy poca atención prestada a la comprensión y a la valoración de los textos y prácticamente cero atención prestada a la implicación emocional y al disfrute del lector.
Las bibliotecas escolares son, con algunas brillantes excepciones, muy pobres y se usan de forma más pobre aún.
Por otro lado hay una fuerte tendencia a centrarse en una literatura al servicio de la transmisión de valores, en detrimento de la calidad literaria.
Me he topado con muchísimos profesores que no conocen ni les interesa la historia de la literatura infantil ni el panorama actual de la literatura infantil de calidad. (Hay excepciones, pero desgraciadamente el perfil al que me refiero dista mucho de ser minoritario). Si los profesores no leen literatura infantil, ¿cómo pueden convertirse en recomendadores, en incitadores al disfrute?
A mi modo de ver, es esencial que los maestros tengan conocimientos de la literatura infantil y que desarrollen un criterio para poder convertirse en recomendadores y compartidores de libros a los que los niños quieran acudir. Una de las mejores formas de activar el gusto por la lectura es compartirlo. En lugar de compartir el gusto, lo que hace el sistema educativo es tratar -infructuosamente- de imponerlo o de recomendarlo como cuando un médico aconseja tomarse la medicina. La lectura no puede ser medicina.
Una de las cosas que me parecen esenciales es crear oportunidades de lectura compartida. En Reino Unido, por ejemplo, hay una tradición de que los profesores lean en voz alta a los niños todos los días en clase: desde álbumes ilustrados, poesía, cuentos tradicionales y no ficción, hasta novelas a los más mayores. Estas oportunidades de lectura compartida me parecen fundamentales, ya que establecen unos vínculos de disfrute en torno a la lectura, que quizás no sean determinantes, pero sí una condición necesaria para fomentar el gusto por la lectura.
También Filosofía a la de tres es una oportunidad de lectura compartida. Leemos en voz alta y luego hablamos sobre el libro y sobre lo que el libro nos ha hecho pensar. Esto no tiene por qué hacerse desde el diálogo filosófico necesariamente, puede ser otro tipo de diálogo, siempre que la idea detrás del diálogo no sea transmitir una determinada idea o valor, sino realmente dar una oportunidad a los niños a que exploren sus propias reacciones y sus propias ideas y las contrasten y escuchen las de los demás.
Podríamos decir que con tu proyecto propones una alternativa, ¿hace falta ser una persona con estudios superiores en filosofía para llevarlo a cabo?
No sé si mi proyecto es una alternativa a ningún enfoque determinado. De hecho, estoy convencida de que el mejor enfoque es incorporar el máximo número de enfoques posible. Debe haber variedad de formas de acercarse a la lectura y mi proyecto o proyectos parecidos puede ser una de ellas.
Creo que no hace falta ser una persona con estudios superiores en filosofía para llevarlo a cabo. Lo que sí hace falta es prepararse las sesiones, hacerse un mapa de las preguntas interesantes que puede llegar a plantear un libro. ¿El secreto? Que el docente también juegue a pensar. En el momento en que el docente entra también al juego y se pregunta de verdad (no desde la postura de qué convendría plantearle a los niños sino desde la postura de qué cosas son las que realmente le intrigan o causan perplejidad al docente) la mitad del camino está hecho.
Es cierto que cada docente es diferente. Hay quienes se atreven a lanzarse y a ir adquiriendo técnicas y desarrollando y afinando su método por el camino, quizás haciendo talleres y cursos de formación especializados para ir tomando ideas y apoyándose en las ideas de otras personas que trabajan de forma parecida, mientras que hay otros que prefieren primero hacer algún curso de formación y partir de ahí. Hay cursos específicos de formación en Filosofía para niños (en la Asociación de Filosofía para Niños y en Cataluña, en el Grup IREF y el Proyecto Noria) a los que puede acceder el profesorado interesado. Hay desde cursos introductorios hasta un máster. El proyecto en el que yo vengo trabajando desde hace dos años, de Filosofía visual para niños (Wonder Ponder), también ofrece cursos introductorios sobre el uso de la literatura infantil como estímulo para el diálogo filosófico. Pero creo que lo fundamental en estos proyectos, se parta desde donde se parta, es que cada docente lo haga suyo y que vaya construyéndolo e investigando y consolidándolo, rectificando e innovando.
¿Crees que sería posible que en todos los colegios públicos se tratara la lectura como en tu proyecto? ¿Crees que esto cambiaría a mejor la sociedad?
Una de las virtudes de proyectos como Filosofía a la de tres es que reúnen varias cosas de las que hay serias carencias en el sistema educativo: el disfrute de la lectura, la lectura crítica y el pensamiento crítico.
No sé si sería posible que en todos los colegios públicos se tratara la lectura de esta forma (¿por qué no?), pero tampoco es necesariamente mi aspiración. Como he mencionado antes, creo que lo ideal sería que los acercamientos a la lectura en la vida escolar fueran variados y desde ángulos distintos. No pretendería que la lectura en la escuela se tratara exclusivamente como estímulo para el diálogo filosófico. Creo que es esencial que haya mucho, mucho espacio para la lectura como disfrute como fin en sí mismo.
Estoy convencida de que las tres cosas que menciono: el disfrute de la lectura, la lectura crítica y el pensamiento crítico aportan cosas significativas al sistema educativo. La mejora del sistema educativo sin duda redunda en mejoras sociales, por lo que mi respuesta sería, en este sentido que sí: podría ser parte de un cambio que sentara las bases para una mejor sociedad, con ciudadanos más analíticos y críticos.
Actualmente la lectura esta infravalorada, ¿cómo harías que la gente se diera cuenta que es una herramienta para constituir una sociedad mejor, ya que forma nuestro espíritu crítico y es básico para el crecimiento personal?
Creo que la clave está en el disfrute sin pontificación. No creo que sea cuestión de elevar la lectura a un altar y dotarla de poderes arregla-sociedades. Creo que la clave está en no hablar de la lectura como si fuera "buena", como la verdura o las vitaminas. Si vamos diciéndole a la gente que debe leer porque es bueno para ellos, enseguida se crea una sensación de obligación. Si, en cambio, leemos en voz alta en clase un libro muy bueno, que enganche. Y luego otro y luego otro. Si luego viene a visitar el escritor o el ilustrador al cole, si se practica la escritura creativa también y los niños escriben para los otros niños (no para nota, sino por placer, para entretener), si se comparten experiencias lectoras, estaremos creando una serie de lazos en torno a la lectura. Son lazos emocionales, de amistad y de intereses compartidos. Y ahí está el enganche tan necesario al que me refería al inicio de la entrevista. No podemos machacar y luego pretender enganchar. El enganche tiene que ser el punto de partida para el fomento de la lectura, no al revés.
¿Eres amante de la lectura desde pequeña? Si es así, ¿qué crees que fue lo que influyó positivamente en tu gusto para leer? ¿Cómo te educaron en el ámbito lector?
De pequeña nunca faltaron los libros en casa. Y seguramente ahí esté una de las claves fundamentales de mi pasión: haber crecido rodeada de libros.
La lectura en mi casa no fue nunca un deber, algo recomendable, ni mejor que ninguna otra actividad. Los libros simplemente estaban, se disfrutaban y se usaban. Ahí tenemos otra clave: nunca se me impuso la lectura, se me expuso a ella con naturalidad.
Otra cosa fundamental fue la lectura en voz alta, hasta mucho más allá de que los hijos sabíamos ya leer solos.
¿Cuál es el comentario que más te ha sorprendido de un niño o de una niña?
Una de las cosas que aprendes cuando trabajas con niños de esta manera es que ya es hora de que dejemos de sorprendernos con las cosas que dicen los niños. A menudo lo que queda de estos proyectos son las "geniales ocurrencias" de los niños. A mí esto me irrita mucho. El concepto de "genial ocurrencia" es paternalista y limitador. No creo que la mayoría de los adultos hagamos comentarios particularmente más perspicaces que los niños, especialmente a partir de cierta edad y sin embargo, cuando salen por la boca de los niños nos sorprendemos, o nos reímos ("qué ricura") o lo tildamos de repelente. Yo trato de que mi reacción sea interesarme por lo que dice. En cualquier caso, en Filosofía a la de tres el foco está puesto especialmente en aprender a hacer buenas preguntas. En este sentido, una de las preguntas más interesantes que me ha planteado un niño de tres años, por ejemplo, fue: "¿Mi cerebro me conduce?" Cuando le pedí que nos explicase un poco a qué se refería, añadió: "¿igual que cuando un conductor conduce un coche?".
¿Te hace feliz haber tirado adelante este proyecto?
Me hace muy feliz haber sacado adelante este proyecto. Este tipo de proyecto es fácil de idear, a veces, pero muy difícil de arrancar y más difícil de mantener en el tiempo. De hecho, ahora estamos en un parón del proyecto, porque la clase en concreto ha pasado a primaria y estoy viendo cómo podría seguir haciéndolo en el nuevo contexto y con la nueva carga de contenidos de primaria. Espero que podamos llegar a algún acuerdo, pero es cierto que a veces estas luchas son algo solitarias. La solución de asociarse con otras personas y organizar un proyecto a mayor escala, involucrando a la universidad quizás en forma de convenio entre universidad y escuela sería una opción, pero requiere un esfuerzo grande y sobre todo un apoyo firme y decidido por parte de todos que es preciso sentir de forma muy clara antes de proseguir. Lo que me hace especialmente feliz es la reacción de las familias, que han mostrado todo su apoyo y entusiasmo.
¿Te apetece contarnos alguna cosa que no te hayamos preguntado?
Me apetece volver a comentar la instrumentalización de la literatura que existe en la actualidad, tanto dentro del sistema escolar como en el sistema editorial.
La literatura predominante a la que se expone a los niños está o bien al servicio de una supuesta "transmisión de valores" o bien al servicio de una supuesta "educación en las emociones". De esta forma, estamos limitando las lecturas de los niños a cosas que se parecen mucho a la autoayuda para adultos y que se parecen muy poco a cualquier cosa que pudiera considerarse literatura.
Fracasan como literatura, pero lo curioso es que también fracasan en la transmisión de valores y en la educación de las emociones. Principalmente, porque los valores no se transmiten y asimilan de esta forma; las emociones no se educan con un libro. Los valores éticos son fruto de un proceso de reflexión, de reacomodo, de replanteamiento constante a lo largo de nuestras vidas en los que influyen nuestras experiencias, nuestras lecturas, nuestros diálogos con otros y nuestra reflexión solitaria. Estos libros que se ofrecen a menudo a los niños dan lugar a una falsa reflexión en la que los niños saben a qué conclusión es correcto llegar: son mandamientos disfrazados de invitaciones a la reflexión.
Dejemos de buscar libros que sirvan para trabajar "x" y busquemos libros buenos, que enganchen, que tengan buenos personajes y estén bien construidos. La buena literatura, siempre, siempre da que pensar (y de verdad).